domingo, 26 de junio de 2011

Mirada

¿Qué distingue al horizonte de entre cielo y superficie? ¿Es acaso una fe ciega, la certeza en su existencia de su promesa escondida? No lo sé, tampoco así si lo sabré algún día. ¿Mas qué palabras han de poder describirla? ¿Qué imagen ha de poder capturarla? ¿Qué verdad ha de poder asegurarla tan difusa como ella misma?

Y así, como el horizonte, es tu mirada. Profunda e intrigante mas distante y misteriosa. Repleta de todo, llena de nadas. Un ciclo vicioso que captura la mía prisionera sin fianza. Una real paradoja posible, contradicción absoluta de una verdad innegable. Que toda la belleza del mundo está en tu mirada y aún así el universo entero la reclama, por haberse visto en tus pupilas.

Mas te he confesado, no hay palabras o ideas que hagan honor, ni logren siquiera acercarse a la magia que sin freno despiden tus ojos. A la interminable alegría que tan generosamente despides, a la sinceridad de una bella sonrisa, a la intensidad de una profunda mirada.

Profunda mirada pues muchas cosas ha vivido, muchas vidas ha tocado, muchas otras ha cambiado, muchas lágrimas saladas que el pasado ha derramado. Mas con gusto las tomara, una a una y sus historias, y con ellas construirte una blanca y bella fuente. En promesa hacia el futuro, que te espera tan paciente, para hacer que dicha fuente no renueve más sus aguas. Y en honor a ese pasado que te ha hecho lo que eres. ¿Y quién eres sino un ángel, de bellezas celestiales y a la vez una demonio, tan traviesa e intrigante?

Yo confieso que me hundido, me he perdido sin remedio en instantes infinitos. Atrapado en tu mirada, soñando de tus labios, deseando una sonrisa al final de una locura. Y en mis sueños te revivo mas tu imagen ni se acerca. Ni se acerca a la más pura y misteriosa belleza, ni a la tentación divina de olvidarme ya de todo, a la locura entregarme sin temores, sin reservas. ¿Entonces qué distingue al horizonte de entre cielo y superficie? No lo sé. Solamente sé que, si pudiera, con gusto pasaría la vida entera a tu lado, descubriéndolo.

lunes, 16 de mayo de 2011

Dos Gotas

El cielo presiente el clamor de la lluvia,
promesas de trueno que pintan las nubes.
Las gotas se escapan buscando una historia.
La brisa traviesa las busca y las une.

Tormenta fugaz, sinfonía inconclusa,
la brisa ligera que anuncia la calma.
Radiantes azules adornan el cielo,
y yo hundido en sueños de verde esmeralda.

Escucho la calma, mas miedo me invade.
¿Que ha sido de mi y que ha sido de ella?
Y aún entre sueños mi ojos se abren,
y llenan de hojas, tantas como estrellas.

Mas solo a centímetros logro encontrarla,
en su hamaca arropada, durmiendo tranquila.
Mil gotas intentan unirse a su sueño,
mas pasan a un lado, cayendo rendidas.

¿Quien fuera la gota que sacie el vacío,
que entre en tus sueños y sueñe contigo?
Mas tu estas arriba durmiendo tranquila,
y yo aquí soñando que sueñas conmigo.

Y sueño que el viento que mece tu hamaca,
te anime a caer y llegar a mi lado.
Mas sueño, despierto y al ver hacia arriba,
te veo aún dormida en tu mundo dorado.

Tan solo una gota, caída en tormenta,
soñando con otra que nubla su calma.
Mas vuelvo a mirar hacia arriba y te has ido,
y a un lado a sentir el roce de tu alma.

miércoles, 27 de abril de 2011

Reflejos de Luna

Noche apacible, guardián de sueños dispersos y deseos en fuga. El suave y distante cantar de la naturaleza se escucha sobre las tranquilas aguas del lago. Aguas profundas, misteriosas, atrapantes. Llenas de nada, vestidas para combinar con el infinito cielo que las arropa. Negro absoluto, salvo por un pequeño resplandor blanquecino que brilla en su seno. El tímido reflejo de una luna de medianoche que se asoma temblorosa rompiendo la calma.

Todas las noches se repite el mismo acto, obra de un ferviente y profundo deseo. El reflejo enamorado tiembla ante la estrella mas brillante de un cielo profundo, más de alguna forma, incompleto. Cada minuto aguarda calmado mientras observa como la perfecta luna se acerca lentamente. Sin embargo, noche tras noche cuando casi puede sentir su roce, la luna se desvanece en el horizonte. Mas el tímido reflejo enamorado, no acepta su destino y noche tras noche la sigue esperando, la ve acercarse y así mismo volver a desaparecer en la nada.

Con el tiempo, el reflejo empieza a perder su brillo. No es ya más que una sombra, víctima de la esperanza agotada de un amor imposible.

Una noche, una pequeña hoja cae de un árbol cercano y aterriza lentamente sobre el apagado reflejo, deformándolo e interrumpiendo su inmóvil meditación. Y con el agua,los cielos también parecen perder su calma y la luna despide un intenso brillo que cubre la noche por completo de blanco. Al regresar desconfiada la oscuridad y calmarse las aguas nuevamente, el tímido reflejo ya no lo es más. Podría haberse encontrado al fin con su amor, la Luna. O quizá haberse desvanecido por completo en la soledad. No se puede estar seguros, solo del absoluto negro de las aguas y de la serenidad inmutable, y de cierta forma completa, de los cielos.