miércoles, 27 de abril de 2011

Reflejos de Luna

Noche apacible, guardián de sueños dispersos y deseos en fuga. El suave y distante cantar de la naturaleza se escucha sobre las tranquilas aguas del lago. Aguas profundas, misteriosas, atrapantes. Llenas de nada, vestidas para combinar con el infinito cielo que las arropa. Negro absoluto, salvo por un pequeño resplandor blanquecino que brilla en su seno. El tímido reflejo de una luna de medianoche que se asoma temblorosa rompiendo la calma.

Todas las noches se repite el mismo acto, obra de un ferviente y profundo deseo. El reflejo enamorado tiembla ante la estrella mas brillante de un cielo profundo, más de alguna forma, incompleto. Cada minuto aguarda calmado mientras observa como la perfecta luna se acerca lentamente. Sin embargo, noche tras noche cuando casi puede sentir su roce, la luna se desvanece en el horizonte. Mas el tímido reflejo enamorado, no acepta su destino y noche tras noche la sigue esperando, la ve acercarse y así mismo volver a desaparecer en la nada.

Con el tiempo, el reflejo empieza a perder su brillo. No es ya más que una sombra, víctima de la esperanza agotada de un amor imposible.

Una noche, una pequeña hoja cae de un árbol cercano y aterriza lentamente sobre el apagado reflejo, deformándolo e interrumpiendo su inmóvil meditación. Y con el agua,los cielos también parecen perder su calma y la luna despide un intenso brillo que cubre la noche por completo de blanco. Al regresar desconfiada la oscuridad y calmarse las aguas nuevamente, el tímido reflejo ya no lo es más. Podría haberse encontrado al fin con su amor, la Luna. O quizá haberse desvanecido por completo en la soledad. No se puede estar seguros, solo del absoluto negro de las aguas y de la serenidad inmutable, y de cierta forma completa, de los cielos.