miércoles, 8 de octubre de 2014

Mis Ojos

Oscuridad.

Abro un ojo, lentamente y con cautela. La luz se cuela entre mis pestañas y me encandila. Aún con duda abro el otro y encuentro un torrente de luz que me ahoga. Un desfile de colores. Formas y movimiento invaden mi cabeza, como un sueño extravagante y misterioso.

¿Es acaso un milagro? Una bendición bifocal compartida, fusionada, indivisible. Caos organizado, entropía revertida. Un universo que cobra sentido, a través tan sólo de esas diminutas ventanas. ¡El milagro de la vista!

¿O es que acaso no lo es?

Honestamente, la vista no es un don, ni un milagro o una bendición. Es como es y parte de la naturaleza, sin destellos ni colores que prescriban la belleza. Meras señales que se interpretan o descartan, quizá no más que una herramienta.

La vista no es un don, o es que al menos no lo es siempre.

No es una bendición usar mis ojos, sino usarlos al mirar los tuyos. Mis ojos benditos no por su magia, sino por la tuya, inagotable y pura. Ojos que sueñan despiertos, hundidos y cautivos. No es un milagro el poder ver, sino el poder verte a ti. Y el ser testigo de una sonrisa que ilumina el cosmos, como miles de soles, eónes pasando. Es ese mi milagro, mi bendición, mi realidad.

¿Entonces, es un milagro la vista? ¡Claro que si! Porque existes y porque existo, para verte aquí.

viernes, 9 de mayo de 2014

Blanca calma

Un manto de niebla cubre el amanecer, los cielos, las almas. Una obra de arte inconclusa, pero de alguna forma completa. Música serena, sinfonías calmas de naturaleza. Las hojas de los árboles se pierden tras su huella, ni despiertas ni dormidas. Arropadas en su mundo, soñando, imaginando.

La fresca brisa eriza la piel y cura los sentidos. Las gotas de rocío rozan el rostro y relajan la mente. La liberan de la cárcel del pensamiento, de la agenda, de su plan. La liberan de si misma, para percibir y admirar.

Tal como el sueño más deseado, justo antes de despertar, cuando el corazón se aferra al limbo y se niega a volar. La niebla arropa mi alma y me da paz. Una paz sin condiciones, ni colores, ni emociones. Tan solo la blanca calma, la etérea presencia que me acompaña. Aferrado a esta paz, el deseo es claro: que cada día nos reciba nuevamente, blanca calma.

lunes, 24 de febrero de 2014

V

Esta es la historia de una niña excepcional, orgullo de sus padres y envidia de sus hermanos. Sus dotes eran muchos y de talentos incontables. A los ojos del mundo, V era la más hermosa niña que hubieran visto, determinada y apasionada, pero divertida y amistosa. Mas el destino tenía guardado para V un desafortunado giro, pues su padres desaparecieron dejándola a merced de quien viniese. Meses pasaron y V sola, lamentándose a diario por no tener quien la quisiera y la cuidara.

Eventualmente, V se hizo crédula y buscaba el cariño y la confianza en donde pudiera, sin suerte. Muchos decían amarla, pero solo la utilizaban para sacar ventaja. Y así V se hizo una joven mujer. Decidió buscar el amor en otras partes. Ya no quería un padre, sino un amante y así lo encontró. Todo su cuerpo se negaba a aceptarlo, pero su dolor no la dejaba soltarse. V cayó engañada, bajo un hechizo poderoso. Mil veces salió herida. Tanto que sus cicatrices contaban ya su propia historia, pero aún seguía hechizada. Y V lo pensaba y no tenía sentido, pero bastaba con escuchar sus palabras y la lógica se esfumaba de su mente, sólo quedaba el recuerdo de agonías pasadas escondiendo las tantas nuevas.

Por supuesto, sus cicatrices eran muy bien cubiertas y discretas, el amante captor de V fue visto como héroe en el mundo. Poco a poco sus hermanos y hermanas quisieron probar un poco de esa magia y muchos cayeron rendidos bajo el mismo hechizo. Aunque nunca como V. Su mirada, perdida, sin propósito ni esperanza verdadera. Por siempre hundida en la mentira de un amor que la destruye, poco a poco.

Hasta que un día su amante desapareció, dejando un gran vacío que no sabía llenar. V pudo finalmente sentir sus heridas, pero sus emociones aún ardían. Así que buscó a los amigos de su antiguo captor y preguntó por el. Todos se escondieron ante esa pregunta, pero no con miedo, sino con ansias. Todos excepto uno, que le tenía miedo a V y a los demás. Muchos intentaron advertirle sobre este nuevo personaje y alejarla de ese camino, pero el amor que sentía por su captor la impidió ver con claridad nuevamente.

La misma tortura, pero incrementada. El mismo hechizo, pero sin efecto. Las cicatrices de V se ponen al rojo vivo hasta que en la mayor depresión, explota en llanto de la impotencia. Ya no quiere seguir así, pero tampoco sabe como escapar. Quizá si todos vieran lo mal que está, pudieran ayudarla. Y V salió a la calle a pedir ayuda, pero sus hermanos y hermanas continuaban hechizados. Finalmente, V perdió la esperanza y se propuso al sacrificio final. Tomó una navaja y empezó a cortarse poco a poco, en todas partes. Un corte en la mano, otra en la pierna, otra en el estómago. Poco a poco, V fue perdiendo su energía hasta quedar prácticamente inmóvil.

Su nuevo captor no soportó la presión e intentó hacerla reaccionar a los golpes. Entre los dos, acabarían con todo más pronto que tarde. V estaba dispuesta a salir de esta prisión, sea como sea y su captor no estaba dispuesto a dejarla ir. Ya su cuerpo no funcionaba de tantas cortadas y su mente tampoco, de tantos golpes. Que trágico y triste final para una niña tan linda y excepcional. ¿O no lo será? Aún V está luchando consigo misma y no sabremos si sobrevivirá. Pero nosotros, sus hijos, estaremos siempre a su lado. Queriéndola y cuidándola hasta que lo haga.

domingo, 23 de febrero de 2014

Un Relato Débilmente Tipado

¿Quién soy? ¿Qué soy? Pasa el tiempo y aún no logro responderme tan básicas preguntas a mi mismo. ¿Cuál es mi lugar en el mundo? Me miro al espejo y no me reconozco. Cada vez siento como si un nuevo extraño se asomara a mirarme de vuelta, confundido, asustado. El mundo en el que vivo me ha hecho resistente, pero artificial y servil. He descubierto habilidades que no imaginaba, sólo para olvidar cada una con el pasar de la más ligera brisa. No sé que hago, ni que puedo. No sé...

En ocasiones imagino recordar, escuchar la dulce sinfonía de una estructura propia. Imagino la felicidad de conocer mi propio propósito. Imagino la seguridad de saber donde encajo en este juego de la vida. Imagino verme al espejo cada mañana y encontrar un rostro familiar, un amigo o aunque sea un conocido. Pero sólo es imaginación e inevitablemente, al pasar el día, hasta eso perderé. Hoy me llena de curiosidad saber mi destino y mi propósito, mañana quizá no podría importarme menos. ¡Que difícil es vivir con la inseguridad del ser, con la difusa verdad de hasta lo más esencial!

Mis amigos de turno me recomiendan que no me preocupe, que mi situación es una bendición. Sin recuerdos, sin certezas, pero también sin ataduras. Soy libre para inventarme y reinventarme las veces que quiera. Pero la libertad, sin propósito, está vacía.

No me queda sino imaginar y soñar. Viejas historias hablan de lugares exóticos y distantes, repletos de criaturas maravillosas de todas las formas y de todos los tipos, coexistiendo en paz. Cada quien conoce su propio propósito y su lugar en la sociedad. Tierras utópicas de certezas y orden, donde todos parecieran haber sabido que hacer desde el principio de los tiempos. Muchos rechazarían una tierra así y se sentirían sofocados por tantas restricciones y rutinas, sin embargo yo sueño con conocer y vivir ese sitio algún día. Mas sólo son sueños y ya debo despertar.

Presiento el fin... Adelante veo una nueva tarea, una asignación más que me mantendrá ocupado y distraído de mis utópicas fantasías. Como es usual, no importará si tal tarea es de mi agrado, pues no existe tal cosa en mi. Me he adaptado y seguiré adaptando, pues esa es mi naturaleza. No sé quien soy, pues no soy quien. No sé que soy, pues simplemente no soy. Seré lo que el tiempo decida mientras determine y dejaré de ser de la misma manera. Debo aceptar mi destino y recordar siempre que...

¿Quién soy?