viernes, 20 de noviembre de 2009

Manantial

Esta historia comienza con una pequeña gota de rocío. Diminuta gota que se balancea suavemente sobre la punta de una hoja de cala. El sol refleja sus tibios rayos sobre su temblorosa figura y la impregna de hermosos colores y luces. Se balancea con mayor fuerza la gota, decidida a explorar el mundo, decidida a vivir una aventura, pero temerosa de abandonar la seguridad de su verde hogar.

De pronto, con un repentino espasmo de valentía o de inconsciencia, la diminuta gota salta al abismo y comienza a caer. Por unos instantes, la gota se siente libre al fin. El viento la acaricia y el paisaje cambia conforme continúa descendiendo. Pero ésta emoción no estaba destinada a perdurar, pues pronto la gota se ve atrapada en un nuevo lecho de hojas. Mas ésta vez no había escapatoria. No había un borde del cual balancearse. Estaba atrapada y sin salida en el inmenso suelo del bosque.

Ahora la pequeña gota se siente más atrapada y solitaria que nunca. Medita unos segundos en silencio, pensando en las consecuencias de sus impulsivas acciones. Mas no transcurre mucho tiempo hasta que ve caer otra gota a su lado. Ambas se observan por unos instantes. Comienzan a acercarse una a la otra, con curiosidad y cautela, pues ninguna había visto a otra gota en su vida. Ya están a punto de rozarse, cuando de pronto una fuerza invisible las acelera y hace que choquen entre sí con un fuerte estruendo.

La pequeña gota abre los ojos, pero ya no es tan pequeña. Siente el pensamiento y la esencia de su hermana olvidada invadir su ser, pero aún se siente ella. Es como si dos conciencias compartieran el mismo cuerpo, y lo mas extraño, es que era agradable.

Así comienzan a caer muchas otras diminutas gotas, que curiosas se acercan entre sí y se combinan en una sola gran conciencia. Con el paso del tiempo, las diminutas gotas ya no pueden llamarse como tales, pues todas juntas han formado un pequeño manantial.

Con su nueva conciencia y su nuevo volumen, el manantial ahora quiere ir mas allá y explorar el mundo. Y es así como, con una pequeño empujón hacia el frente, el manantial comienza su camino por el bosque.

Todo lo que el pequeño manantial puede ver es hermoso y nuevo. Increíbles paisajes desbordan su mente, pintan sus ojos y llenan su corazón. Y con cada día el manantial se enriquece aún mas, con nuevas gotas de rocío que emocionadas deciden unirse en su viaje.

Y así fue por mucho tiempo, que el manantial siguió recorriendo el bosque, explorando, creciendo y aprendiendo. Ahora tiene el deseo de explorar hacia el amanecer. Se dirige con premura hacia el grandioso sol, emocionado por los paisajes y secretos que ha de conseguir al arribar a su destino. Mas un día se topa con algo desconocido que no esperaba, ni deseaba. Un inmenso abismo se aparece de frente y le impide continuar su camino. El manantial lo roza con curiosidad, y su peso le juega una broma cruel. Poco a poco las gotas que lo conformaban se pierden en el abismo y el manantial nuevamente se hace cada vez mas pequeño.

El manantial entra en pánico y mira hacia los lados buscando ayuda. En ese momento puede ver como cerca hay una ladera que da hacia un hermoso valle. El manantial sabe que visitar el valle le costaría la libertad, pues le sería imposible escapar nuevamente. Mas por instinto o temor, decide cambiar de rumbo hacia el mismo. Mas el valle ya tiene a su propio explorador, un imponente río que lo atraviesa y lo acaricia en toda su extensión. Probablemente el valle ni siquiera note su presencia y pueda vivir tranquilamente en su haber.

Resignado, el manantial comienza a desplazarse hacia el valle, cuando de pronto una enorme roca se atraviesa en el camino. Ahora el valle también se le ha prohibido, cercano pero inalcanzable. Solo le queda perseguir su sueño original y buscar el amanecer, así le costara la vida.

El manantial regresa al abismo, suspira lenta y profundamente y se deja caer por completo. Mas en el aire, ya no es un manantial. Podía sentirse desintegrar en todas las diminutas gotas que le dieron vida. Parece que éste es el final del recorrido. Éste es el final de la aventura.

Mas abre los ojos nuevamente consternado. Una vez mas es un manantial. En el fondo del abismo las gotas se reunieron sin saberlo. Ahora, lleno de esperanzas renovadas, bien puede continuar con su sueño, bien puede continuar su viaje al amanecer.

Pero éste camino parece diferente. De frente puede verse claramente un delta. Infinitos caminos diferentes que, aunque llevan todos al amanecer, siguen rutas muy distintas. El manantial no sabe que le depara el futuro si decide tomar alguno de esos caminos. Pero también sabe que si no lo intenta, jamás podrá saberlo.

FIN

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